OFERTA LABORAL
La abolición de la esclavitud como una reforma laboral
* Por Rodrigo Diez Fernandez, Licenciado en Psicología y Antropología y colaborador de SOS Refugiados Ibiza.
Alguien piensa realmente que con el fin de la esclavitud, acabó también la explotación de la mano de obra humana. Con la retrospectiva que aporta el paso de los años, incluso de los siglos, se puede observar claramente el brutal negocio que se obtiene con la transmigración, regular e irregular, de personas tanto a nivel individual como colectivo, que tiene como fin último, en todos y cada uno de los casos, la supervivencia. No se puede considerar que haya desaparecido una práctica elitista, ya ancestral entre tantas culturas, como es la expropiación de la libertad de unxs por parte de otrxs, para su disfrute particular en detrimento del ajeno. Aunque metabolizada ya por la mayor parte de la sociedad como sustancia indispensable para el funcionamiento del orden normal de las cosas, dicha concepción de la vida sigue extendida en nuestras sociedades de forma flagrante, aunque ciertamente más sofisticada. Y con esto me refiero por supuesto al tremendo beneficio que se obtiene desde que hace tiempo se empezaron a abaratar los costes que implican la mano de obra esclava.
Para algunxs, desde el principio del proceso todo son ganancias… con la venta de material armamentístico para la destrucción de los países supuestamente tercermundistas; con los costes de reconstrucción y democratización posterior, que generan una deuda insostenible; con la pseudomodernización y apertura al mercado extranjero, en clara asimetría de poder; y por supuesto con el aporte de la cantidad ingente de desplazadxs que se crean desde las políticas neopostcolonialistas de las multinacionales. Además, en el caso de lxs “ilegales” su aporte es del cien por cien, pues no tienen los mismos derechos ni privilegios que el resto, aun siendo generalmente a quienes más deberes y contrapartidas se les reclaman. En otros tiempos, la inversión que un amo hacía en sus esclavxs era muy superior, en la mayoría de los casos, a los gastos que el/a propietraix de una empresa tiene con sus empleadxs, sobre todo con lxs “sin papeles”. Teniendo en cuenta que antes el trabajo era de sol a sol, y ahora no hay horario, pues el sistema capitalista consta de dos aspectos indisolubles, la producción y el consumo, y de noche podemos ser tan rentables, o mucho más que de día… en la actualidad lxs esclavxs se lo pagan todo y resultan bastante más restables y baratxs. Cada vez menos empresas se hacen cargo de los gastos de reproducción de sus empleadxs…tampoco les importan, hay muchos más donde elegir.
Mientras, sin desperdicio alguno, la legalidad en Occidente se encarga de administrar (sin moralidad) a sus trabajadorxs. Ya nadie tiene que viajar para seleccionar a lxs más idóneos. Como se ha mencionado, las condiciones estructurales del proceso migratorio, del tipo geoclimáticas y fronterizas, determinan la selección de personal en favor de lxs más aptxs. Una vez aquí, no suelen vivir bajo el manto paternalista de un patrón autoritario, sino que más bien han de pagarse su sustento, en forma de casa y comida, con el mísero sueldo que obtienen en sus largas jornadas de trabajo. Si sufren cualquier problema, no digamos si es a nivel sanitario, se encuentran totalmente desprotegidxs, también a nivel de apoyo tanto logístico como emocional, pues generalmente se hallan a miles de kilómetros de su zona de confort. El caso es que finalmente lxs trabajadorxs se sienten totalmente despreciadxs por un sistema que explota su tiempo hasta la extenuación y se deshace de ellxs al menor contratiempo, a sabiendas que la dinámica de conflictos internacionales e inercias de los propios países destrozados desde la época colonialista, va a seguir aportando una cantidad desproporcionada de gente dispuesta a todo… generando una competencia perversa en la “oferta laboral”.
Y todo esto, no es sólo para refugiadxs o inmigrantes irregulares, sino también para la gran mayoría de personas activas. Es decir, poco a poco los Estados-nación están dejando de encargarse de la calidad de vida de sus sirvientes, de forma que simplemente se encargan de administrar la mano de obra esclava e itinerante de la que se sirven las Multi-nacionales. Así pues, es la sociedad civil la que se ve obligada a organizarse en pro de su propio beneficio, sin esperar ningún apoyo real por parte de los estamentos de poder. No se olvide que muy posiblemente las actuaciones de tantas y tantas ONGs en el llamado Tercer Mundo, quizá hayan sido un buen entrenamiento para el momento en que tuviesen que enfocar su labor dentro de las fronteras de los países desarrollados, impelidas a ejercer una función para la que el Estado del bienestar de nuestra civilización se había encomendado… de forma ilusoriamente cortoplacista, como se puede observar desde el presente. Y por último, sólo recordar que la palabra trabajo viene del latín tripaliare cuyo significado se refiere a un yugo de tortura, de manera que se puede entender mejor la forma de subsistencia esclavizada que suponen las actuales condiciones de trabajo de la mayoría de personas en este planeta (que son si no los días libres?), y más concretamente de refugiadxs e inmigrantes. Alienadxs por el germen de la plusvalía en el sistema de producción, la única alternativa para ellxs es encontrar en la demanda de la sociedad, cierto respeto hacia sus experiencias vividas… hacia sus labores realizadas.